Seguimos en lucha estamos de pie
Fernanda Neculman es una joven militante mapuche oriunda de Wawel Niyeu, el nombre originario de Ingeniero Jacobacci ubicado en la Línea sur, provincia de Río Negro. Viviendo ya sus 30 años, tuvo el rol de werken (vocera) en la Coordinadora del Parlamento Mapuche Tehuelche durante dos años y recientemente ingresó al equipo de Educación Intercultural Bilingüe.
Fernanda dejó en claro que las entrevistas le incomodan y que no busca “romantizar el trabajo con las comunidades”; pero accedió pensando en poder expresar la tarea colectiva, sin buscar un protagonismo individual.
La palabra tensión fue la más pronunciada durante la charla. Como representante de las comunidades mapuche, tiene la responsabilidad de defender derechos y traccionar soluciones siempre tensando con el Estado dado que el contexto es arrollador. La actual gestión de “La libertad Avanza” de Milei y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas comandado por Avruj; derogaron la ley N° 26160, eliminaron el registro de comunidades, desactivaron el funcionamiento del Consejo de Participación Indígena, ordenando de manera arbitraria la apertura de un nuevo relevamiento territorial indígena, echando por tierra años de trabajo de las organizaciones.
Fernanda comenzó a involucrarse en lo social trabajando en espacios culturales de su pueblo. Luego el proceso de reencuentro con su historia mapuche le dio otro horizonte. «En mi adolescencia con un proceso identitario, como lo son todos los procesos, muy personal, fui encontrándome con parte de mi familia, y pude conocer que parte de ella estaba organizada en comunidades, y otros eran autoridades o participaban dentro del espacio organizativo que se llama Coordinadora del Parlamento Mapuche Tehuelche, ahí es como empiezo a llegar a esos otros espacios organizativos”.
Uno de los primeros acercamientos al Parlamento Mapuche Tehuelche fue en el año 2017, cuando le tocó acompañar a su abuela María Torres quien era una de las personas mayores, referente de ese espacio. Y ya años después, cuando el mundo decidía ponerse en cuarentena a raíz de la pandemia, Fernanda se encontró con la misma información que ya circulaba entre los integrantes de las comunidades, “yo me había enterado por otra lamgen (hermana) y por amigos y demás que estaban como andando mucho por la zona de Mencué y Laguna Blanca”. Los habitantes habían detectado a representantes de empresas mineras queriendo entrar a realizar exploraciones y extracción de muestras de rocas y suelo para futuras explotaciones mineras. Así se iba gestando la nueva avanzada del proyecto Calcatreu, nombre que el gobierno le dió a un depósito de oro y plata descubierto en 1997, a unos 82 kilómetros al sur de Wawel Niyeu, en el paraje Lipetrén Chico.
En ese momento “siete comunidades, sobre todo, empezaron a hacer trawun (encuentros para compartir). En Mencué, se conformaron como Lofche No a la Minería”. Pero no fue hasta el segundo trawun que nuestra entrevistada empieza a participar del movimiento en contra de la megaminería. “Nuestra tarea era recorrer los campos y los pueblos y encontrarte con alguna novedad de que bueno, de que anduvo tal persona queriendo entrar al campo. Era ir enterándote del boca a boca de lo que iba pasando en el territorio. Entonces comenzar a informarnos de quiénes eran estas empresas. ¿Qué es lo que venían a hacer? ¿Cuáles eran los permisos que se habían entregado?¿Cuántos eran?”.
Recordemos que el conflicto por Calcatreu tuvo un último episodio cuando en noviembre de 2024, la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Río Negro autoriza la fase de explotación después de que aprobara el Estudio de Impacto Ambiental. En el transcurso provocó divisiones entre los habitantes, denuncias de las comunidades mapuche y organizaciones ambientalistas acerca de las consecuencias, mientras el gobierno enviaba a 200 agentes de policía a un pueblo rural de la Patagonia para influir las votaciones en la Audiencia Pública.
Fue un conflicto que no se resolvió de acuerdo con lo que las comunidades representadas por el Parlamento, buscaban. Pero para Fernanda fue la oportunidad de “meter las patas en el barro” y comprometerse con “una continuidad de organizaciones” como la llama ella. Un compromiso que las comunidades tomaron en cuenta para elegirla como werken (vocera).
La coordinadora es una organización, un espacio político y territorial que representa a 160 comunidades que habitan Río Negro. “No me atrevo a decir al 100% de las comunidades que existen, porque también hay otras formas de organizarse que tienen las comunidades, y no necesariamente en espacios organizativos tan amplios como la coordinadora”. Todas ellas son “comunidades sobrevivientes de un genocidio, de campos de concentración, y de la persecución que hubo con las policías fronterizas luego del avance que hizo el ejército hacia todos estos territorios”.
“El trabajo de la coordinadora se viene llevando adelante desde hace 40 años aproximadamente. Es producto del movimiento y de las luchas de las comunidades que se llevaron adelante luego de la vuelta a la democracia. Una lucha por reconocimiento de derechos, por el territorio y las profundas desigualdades que vivía nuestro pueblo y que continúa viviendo”. Fernanda lo remarca como una organización política actual que forma parte de una continuidad o historial de lucha en el que también nombra al Consejo Asesor Indígena e incluso mucho más atrás en el tiempo. “Me refiero a grandes nombres como Calfucurá, Pincen, Sayhueque. Que hoy se reconocen gracias a procesos de lucha de compañeros y compañeras que han podido investigar y reconstruir parte de la historia. Todos esos son los procesos organizativos que nos damos como pueblo. Y que son esas continuidades de resistencia, de lucha, de encuentro, de conversación, de plan entre nosotros y nosotras”.
En el último Parlamento que se desarrolló en las comunidades aceptaron la propuesta de que Fernanda sea una de las seis personas que integra el equipo a cargo del área de Educación Intercultural Bilingüe.
“Es muchísimo lo que hay para hacer en cuanto a implementación de políticas educativas, es un abismo lo que hay. Y esto se ha acentuado en estos años con decisiones políticas del gobierno orientadas a construir una provincia minera. Hay muchas escuelas interculturales, en donde los permisos de cateo están ahí. Son escuelas que hoy en día hay una política de querer cerrarlas, que en algunos casos son escuelas hogar. No hay voluntades, no hay ánimos, no hay gestos políticos, no hay nada que potencie, fortalezca, enriquezca y sobre todo construya una igualdad de derecho en términos educativos para los maestros y maestras intérpretes”.
A lo largo de la entrevista Fernanda trajo sus palabras cargadas de dolor y bronca por tanto colonialismo, burocracia y judicialización ante el reclamo. Situaciones que atraviesan la cotidianeidad entre las comunidades que viven en los territorios donde se reúnen los tesoros naturales que el extractivismo desea. A pesar de todo eso, por momentos dejó escapar una sonrisa. Y en ella y su fortaleza, se encuentra la esperanza y la confirmación de que la historia y la cultura del pueblo mapuche vive y vivirá.