Eduardo Cerdá fue director de la primera Dirección Nacional de Agroecología de América Latina, creada aquí en Argentina durante la pandemia, en agosto del 2020. Su experiencia en la gestión culminó en diciembre del 2023, cuando Milei decidió eliminar la dirección que promovía la producción agroecológica en el país.
Como muchas otras áreas públicas que sufrieron el filo de la «motosierra libertaria» del Gobierno Nacional, la Dirección de Agroecología (DAe) ya no existe. La experiencia de gestión nació el 8 agosto del 2020, en plena pandemia, cuando por decisión administrativa 1444/20 del entonces Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, la agroecología por primera logró status institucional en el Estado Nacional.
El objetivo principal de la DAe era la de instrumentar programas y proyectos para promover la producción agroecológica a pequeña y gran escala, «con la participación de productores y/o sus organizaciones, articulando acciones con los gobiernos provinciales y municipales”, además de “participar en la formulación de medidas de formación, investigación y extensión, para apoyar la transición hacia modelos productivos, de comercialización y de consumo de base agroecológica” (fuente: Un pasito pa’ delante, dos pasitos pa’ atrás: La gestión de Vilella en Agricultura decidió eliminar el área específica que fomentaba la Agroecología | Bichos de Campo).
Ahora, el especialista en bioeconomía y ex decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) Fernando Vilella, además actual miembro de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, la Fundación Pro-Antártida y la Fundación Alimentos Argentinos decidió prescindir de la dirección, quizá para cumplir con las exigencias del Ejecutivo que lo designó, o porque la agroecología cuestiona los modelos productivos hegemónicos, que agudizan la concentración del capital y la tierra como factor de producción, en pos del bienestar general y el cuidado ambiental. Y porque no, una mixtura de las dos causas, tema de otra nota.
Pero vayamos al balance que dejó la ex estructura organizativa de la agroecología en el país, dirigida por el investigador y reconocido autor en el campo de la agroecología, Eduardo Cerdá, quien se desempeñó en sintonía con la necesidad de expandir la agroecología como paradigma productivo.
Convencido dice que el lugar que ocupó confirmó la inauguración de un cambio en la forma de pensar la agricultura, visibilizar, lograr consensos institucionales a favor de la agroecología, sobre todo en las periferias, localidades y municipios donde la actividad agrícola es vital y donde la agroecología aparece como una práctica cada vez más extendida. para hacer frente a los cambios ambientales y socio alimentarios del presente y el futuro.
Su historia está más vinculada a la investigación, la docencia y la militancia para que la agroecología se haga realidad en todo el país. Reconoce el fracaso del agronegocio y los modelos productivos que concentran la tierra, la riqueza, destruyen paulatinamente los ambientes y profundizan la desigualdad alimentaria, una doctrina productiva que es parte del Estado, y en la cuál sabe que hay que insistir y proponer, por que razones científicas y políticas sobran. Construir hegemonía del conocimien.to agroecológico en los espacios de decisión en política agroalimentaria es un trabajo que alguien tiene que hacer y esa es su misión actual.
La experiencia de los Nodos Agroecológicos Territoriales
Los objetivos de gestión de la Dirección se organizaron en diferentes acciones agrupadas tres en niveles de intervención: productores y productoras, Municipios y Nodos Agroecológicos Territoriales (NATs). El propio Eduardo Cerdá describe a los NATs en el trabajo de compilación Nodos Agroecológicos Territoriales: tejer redes para expandir la agroecología (2023) como «espacios de articulación intersectorial», donde entran en consideración la relación entre los niveles de intervención, y se les confiere protagonismo a los municipios:
– «la noción de escalamiento incluye la institucionalización de las políticas de apoyo a la agroecología desde la menor unidad del Estado: los municipios, continuando con las provincias, y el plano nacional (escalamiento vertical) y que cada vez más familias productoras, en territorios cada vez más amplios, desarrollen prácticas agroecológicas (escalamiento horizontal)».
Los Nodos o mejor resumidos como NATs, fueron pensados de forma conjunta entre la Dirección de Agroecología, la Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología (RENAMA), la Sociedad Argentina de Agroecología (SAAE), junto a universidades y otros agentes sociales. En el mismo documento citado, el presiente de RENAMA, Marcelo Schwerdt se centra en la necesidad de valorizar los NATs desde las políticas públicas, situación que sabemos que corre peligro en el actual contexto nacional:
– «La iniciativa de fomentar el desarrollo de Nodos Agroecológicos Territoriales donde confluyen universidades, organismos públicos de investigación y gestión, movimientos y organizaciones de productoras/es se basa en la certeza de que la agroecología ya está instalada como solución a este presente colmado de crisis y que la inmensa cantidad de actores sociales que la están desarrollando y llevando a la práctica habla de una madurez que se debe traducir en institucionalización y políticas públicas».
En la Patagonia Norte
En el invierno humedo del 2023, la Dirección de Agroecología de la Nación, junto a la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCO y una gran diversidad de actores comunitarios y de investigación de la región organizaron el primer encuentro del Nodo Agroecológico Territorial (NAT)- Patagónico del Comahue. Fueron dos jornadas, donde las experiencias de producción agroecológica y su promoción en instituciones y organizaciones, se juntaron para poner en valor la construcción del paradigma agroecológico y la búsqueda de la soberanía alimentaria en nuestros territorios del Alto Valle.
En Cinco Saltos, durante la mañana fría del martes 15 de agosto el Aula Madres de Plaza de Mayo, de la Facultad de Ciencias Agrarias se colmó de participantes de los diferentes espacios formativos y productivos, con estudiantes y autoridades institucionales que se hicieron presentes. Al día siguiente, con un clima nublado que culminó con una lluvia espesa que duró días, el INTA de Fiske Menuco-General Roca, ubicado en la vieja Chacra 145 sobre la ruta provincial 65, precisamente en la zona de J. J. Gómez recibió a la gente en la segunda y última jornada del NAT regional.
Los Nodos Agroecológicos Territoriales son una de las herramientas por la que la Dirección de Agroecología viene apostando en diferentes puntos del país, los integran pequeños productores de alimentos, universidades, municipios, organizaciones campesinas e instituciones. Representan la gran diversidad productiva que presentan las regiones argentinas.
“La clave de la agroecología es la diversidad»
En el primer encuentro organizado en el Alto Valle de Río Negro, en el edificio antiguo del INTA, en Fiske Menuco y en el cierre del mismo, Eduardo nos responde de otra manera la pregunta central que unifica todo esto: ¿Qué es la agroecología? Con su forma particular y ejemplificadora nos brinda una serie de máximas o claves para pensar la agroecología en toda su simpleza y complejidad.
– “La agroecología, si la vemos productivamente es un cambio en la forma de pensar cómo producir, se apoya mucho más en ver la salud de las cosas, la salud del suelo, el suelo es clave. Muchas veces fertilizar artificialmente, con uno o dos elementos, no le da de comer al suelo, ni lo protege, ni lo cuida. El suelo es un organismo vivo, y cuando ese organismo está cubierto, como nosotros cuando nos ponemos ropa, cuando ese suelo está vigoroso, está sano de plantas, que son las que alimentan al suelo, le dan vida al suelo. Y en esa comunión los animales también se nutren de esa fuerza, esa vitalidad y que después nos sirven a nosotros como alimentos. Tenemos que entender que el alimento es nuestra medicina, que alimentarnos para llenarnos la panza nos trae dolores de cabeza, habría que pensar qué cosas como y me hacen sentir bien y liviano, todo lo que nos dan pesadez muchas veces tiene que ver con cosas que están ajenos al alimento, que tengan mucho conservantes y que tengan un precio exacerbado y alto porque viene de una “agricultura de cuidado”…
– “Entonces, éste es el concepto de la agroecología, cuidar el paisaje, cuidar los suelos, que estemos bien alimentados y podamos tener ganas de estar vivos. Y no un mercado que pone el precio de acuerdo a la oferta y demanda, y cuando vas a vender como productor te dice,-ah, pero me trajiste poco, quiero más-, y cuando se tiene mucho te dice, -pero no, el precio ahora vale tanto-. Está totalmente desvinculado el cuánto va a valer, de lo que te costó hacerlo, ni hablar de las verduras. Los alimentos que han perdido el gusto, el sabor, se ha pensado que un tomate esté mucho tiempo arriba de una estantería, y que no se eche a perder, para tener más tiempo para venderlo, ahora que no tenga sabor, que no tenga gusto, que no tenga minerales, no se ha pensado por ahí. Entendemos que la clave para la agroecología es la diversidad. Estos modelos de solo pera, solo manzana, con esas podas terribles, casi mutilaciones, uno los ve y es una tortura de poda.»
“El futuro siempre está por venir”
La entrevista nos lleva directo a nuestro entorno, al valle que irrigan los ríos Neuquén, Limay y su gran confluencia que da origen al Curru Leufú o Río Negro, a las chacras que son parte de la postal histórica de nuestros paisajes y una actualidad urbana . Aprovechando sus años de experiencia y sus recorridos por muchas regiones del país, la última pregunta es sobre las potencialidades de la región para desarrollar la agroecología, sabiendo que la fruticultura tradicional también encierra un modelo de monocultivo.
– «El valle tiene un potencial hermoso, tienen riego, agua que es tan fundamental! Recuperar esas chacras, tratar de ver que lo inmobiliario no se coma toda esa tierra fértil, que es para generar alimentos. Que pensemos en un ordenamiento territorial un poco más equilibrado y armónico, y ahí puede convivir una ruralidad urbana con una producción de alimentos, porque agroecológicamente no se van a estar utilizando productos que puedan provocar algún tipo de toxicidades, sino que al contrario. Y la gente también está queriendo salir de las ciudades, pero tenemos que tratar de que no asfalte, que no se urbanice todos éstos lugares que ya tienen riego, que tienen mucha posibilidad de generar buenos alimentos”.
– «Me parece que la diversidad y el pensar en hacer alimentos, ¿para cuántos? 1 millón de habitantes que hay en éste valle, y hay un mercado esperando una gran variedad de frutas que se pueden hacer desde acá, el lúpulo, las cervezas, hacer más granos es importante y la agroecología nos trae éstos conceptos de diversificar. Por lo tanto el productor y los técnicos tienen que pensar en mayores complejidades. Pensemos que cuando tenemos un espacio nada más que con peras y manzanas, las plagas se hacen un festín, las formas de fertilizar, si es todo artificial nos genera un problema”.
– «Así que hay todo un campo para desarrollar que es el de nuevos diseños de producción, es el gran desafío para todas las regiones. La caña de azúcar tiene su problema, los cítricos tienen su problema, los viñedos, la yerba mate. En todos los lugares planteando una mirada mucho más integral y de respeto por todos los seres vivos. Nosotros estamos logrando rendimientos iguales pero con menos costos, Por eso los productores dicen, esto es más rentable, me quedo con éste, no tengo que tomar créditos, si viene una mala cosecha, se recicla, no es que perdí. Y bueno, del camino de 30 años que vos decís, nos estamos encontrando con mucho apoyo, con muchas ganas, cosa que antes no pasaba, y hoy la sociedad es más consciente de la importancia que tiene alimentarnos, de la importancia que tiene para estar contentos y alegres”.